Hace unos años me mudé de Albacete a Alicante. A
pesar del tiempo, aún soy de la tierra manchada. Me gusta escribir mis propias canciones pero también
acompañar a otra gente con la guitarra y este verano grabé junto a Nefta Lee el disco Por amor a helarte, su tercer trabajo de larga duración. Lo
hemos subido entero a Youtube y en pocos días estará en Spotify. En él he
colaborado con arreglos, coros, y guitarras eléctricas.
Conocí a Nefta
Lee hace dos años en Bergen (Noruega). Yo solía ir por temporadas a
trabajar allí y en ese momento había empezado a tomar contacto con músicos de
la ciudad. Nos presentó un amigo luthier. Nefta
Lee (Neftalí Cristóbal) es de Orense y tenía ya dos discos publicados
en Argentina, donde había vivido
siete años. Ahora vivía en Bergen. Su
primer disco fue de pop romántico y el segundo tenía ya un aire muy diferente,
más eléctrico, más beatle. Me
preguntó un día si podía acompañarle, tocando dos canciones con la guitarra en
un concierto y le dije que sí. Ensayamos por la tarde con las acústicas y por
la noche fui con él a la sala. Las canciones que yo iba a tocar eran las
últimas de la actuación. Sabía ganarse al público y era original, con un humor
blanco entre canciones y melodías muy pop en inglés y en español. Cuando subí a
acompañarlo, usé una guitarra eléctrica que había en el local y nos dimos
cuenta de que la suma de sonidos tenía chispa. A nosotros nos divertía y
teníamos mucha libertad en directo, así que empezamos a tocar juntos.
En cuanto a gustos, él escuchaba entre otras
cosas rock argentino y brasileño. Yo conocía cosas puntuales del rock de allí y
tenía más afición por escuchar a músicos como Nacho Vegas u otros. Más
adelante nos dimos cuenta de que a ambos nos gustaban muchos artistas
latinoamericanos más tradicionales, como Simón
Díaz, Agustín Lara, Atahualpa Yupanqui o la cumbia chicha
de Perú. Esto venía probablemente, en
cuanto a mí, de que mi padre es mexicano y he vivido allí hasta los nueve años.
Además de eso, ambos habíamos escuchado a Kings
of Convenience y The Whitest Boy
alive, que son noruegos, y nos atraía la idea de crear un dúo similar a
nuestro aire.
Después de unos meses regresé a Alicante y él se quedó en Bergen. Ahora vive en Madrid. Mientras estaba allí nos
enviábamos grabaciones con arreglos, canciones, etc., y me empezó a decir que
le gustaría grabar su tercer disco con productor en otoño de este año. Acordó con
un productor la fecha de la grabación y en verano se mudó a España. Lo primero
que hizo fue venir a Alicante para
que preparásemos el disco juntos e intentáramos extraer algo del sonido que
teníamos en Bergen. Pasamos un mes yendo
de lunes a viernes al local de una asociación de baile para hacer arreglos a
las canciones. Mi idea era usar riffs
surferos (La mirada del
mar), sonidos tropicales (Eterno amor) o acordes
de jazz (Marilyn) para
combinarlos con la fuerza melódica de los temas. Un día, en medio del calor de
Alicante, cuando ya habíamos terminado de grabar todos los arreglos en forma de
maqueta, me puse a tocar un riff estilo afrobeat
y Neftalí se unió con la española. Así surgió la canción Antananarivo.
A mitad de agosto nos fuimos a San Lorenzo del Escorial, donde nos
esperaba el productor Sebastián Merlín,
quien además grabó la percusión y el bajo. Neftalí
conoció a Sebastián a través de Rozalén. De hecho ella vino un día a
vernos porque vive cerca de allí. Cuando llegó, Neftalí le dijo, “Roberto
es también de Albacete”, y ella
dijo, “¿De Albacete? Buena gente,
seguro”. Me ganó, claro...
El proceso de grabación fue muy interesante. A
pesar de que llevo años tocando, nunca había participado en una grabación con
productor. Sebastián ha sido percusionista de Jorge Drexler, Kevin
Johansen y Rozalén, aparte de
haber ganado dos GRAMMYs Latinos por participar en la producción de Bailar en la cueva, de Drexler. Estuvimos
tres días en su casa decidiendo la estructura de las canciones y qué arreglos
iban a llevar, aunque esto ya lo habíamos trabajado mucho Neftalí y yo en Alicante. Una vez que estuvo hablado, grabamos
guitarra, percusión y voz de todas las canciones de forma provisional. Así,
cada uno podía practicar su parte y llegar a la semana de grabación con todo ensayado.
El cuarto día llegó la grabación del disco. Neftalí había alquilado para ello una
casa en San Lorenzo del Escorial con
el material técnico que hacía falta. Era la casa de la ex mujer de Jorge
Drexler. Yo no lo supe hasta que me lo dijeron más tarde y vi alguna foto en el
salón. Nos mudamos ahí y Sebastián venía por las mañanas. Grabamos, por este
orden, la guitarra rítmica, la percusión, la guitarra eléctrica y los vientos
sobre la base de una voz provisional que más tarde se grabaría con calma junto
con los coros. El bajo se grabó también más adelante. Cada instrumento necesitó
un día y medio aproximadamente. Los vientos fueron lo último esa semana y
estaban contratados solo para el sábado. No había habido tiempo de escribirles
su parte, así que tuvimos que írsela diciendo a cada uno como pudimos. Creo que se fueron con la cabeza como un bombo pero captaron
todo muy bien y pudimos sacarles partido. Me di cuenta de que en la gestión de
ese tiempo es muy importante la visión global del productor, que va a veces acelerando
la grabación para poder hacer todo.
Por las noches cenábamos todos juntos o salíamos
por San Lorenzo pero no había mucha
marcha en el pueblo. Era bastante tranquilo. Lo mejor de allí era estar en la
sierra sin pasar calor en verano, que ya es decir. La dueña de la casa nos dijo
que no moviéramos mucho la cama grande porque se podía desvencijar fácilmente,
así que nuestros sueños de sexo, drogas y rock’n’roll
sufrieron un poco...
Esperamos unas semanas a que se hicieran la
mezcla y el máster. No pude estar presente en las últimas sesiones de post-producción,
cosa que me habría gustado. Finalmente llegó el máster desde Buenos Aires y pudimos compartir Por amor a helarte con
todo el mundo. Estoy muy contento con el disco y además ha servido de
aprendizaje. Cuando estás grabando con más gente siempre hay que negociar y
pasan muchas cosas, pero surgen ideas frescas y suele haber momentos
brillantes. Lo mejor fue ir viendo cómo se construía todo lo que habíamos
planificado poco a poco, aderezado con ideas que iban surgiendo sobre la
marcha.
Me ha quedado claro que la música es trabajo
duro, como decía Leonard Cohen, pero es un placer poder comprobarlo.
Esperamos poder ir a tocar a Albacete para
presentar las canciones. ¡Hasta pronto!
Suena bien
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