AHORA ES EL MOMENTO
Nos han programado para ser
productivos a la sociedad sin sentirnos antes… y si para descubrir quiénes
somos, tuviéramos que parar la máquina y escucharnos. Temécula frena en seco y despliega visceralmente siete canciones de
exploración personal.
NO HAY TUNEL AL FINAL DE LA LUZ
Empecemos por lo esencial: el
nombre de Temécula proviene de la
palabra indígena “temecunga”, cuyo
significado es “lugar del sol”. Ese fue el nombre que escogieron los indígenas
luiseños para llamar a su asentamiento
en lo que ahora es el Condado de
Riverside (California). A
finales del Siglo XVIII la llegada de los conquistadores españoles y el
contacto con ellos trajo enfermedades desconocidas por entonces en los
indígenas, provocando casi su total exterminio. Y Temécula es el nombre con el que Javier Tejada (Albacete,
1978) presenta su proyecto en solitario en busca de su propia luz. Esa luz que
empieza al acabar el túnel o al entrar en él. Esa que al comenzar un nuevo día
puede llevarnos en volandas o arrastrarnos por el paso de las horas hasta
refugiarnos bajo los vatios de una habitación exprimiendo una guitarra. La
misma luz que a veces abrimos a puñetazos en la densa oscuridad. La luz que
dicen se ve cuando emprendes el viaje del que no volverás. Fogueado en mil
grupos desde finales de los años 90, tanto sobre las tablas (Cirujano Escocés, Neniam, Lehnmotiv, Sound Of Luna, Ferdelance, Dogal…) como
en las sombras del control de sonido (Kayser
Soze, Haunting Past), Temécula ha ido acumulando en su camino
el polvo justo en su traje como para hacer ver de manera evidente que no es un
recién llegado, al tiempo que consigue mantener la elegancia que el tono firme
de sus composiciones reclama. Como elefantes defendiendo su terreno, Temécula camina recto y con fuerza.
(Luis Navarro Picazo)
Podéis escuchar sus canciones en este enlace:
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